Un señor maduro con una oreja verde
Un día, en el expreso Soria-Monterde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Ya joven no era, maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.
Le dije: Señor, usted tiene cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contesto amablemente: Yo ya soy persona vieja,
pues de joven, sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir;
oigo también a los niños cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecerían misteriosas...
Así habló el Señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.
Gianni Rodari